2. El contexto
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La pandemia ha sacado a relucir la contradicción de una sociedad que por un lado sabe alargar la vida de las personas, pero por otro las llena de soledad y abandono. El Covid-19 ha eliminado a miles de personas mayores porque ya las habíamos abandonado. Y tenemos una deuda muy grave con ellos. Es esencial eliminar de raíz las graves deficiencias de un sistema sanitario desequilibrado, injusto y oneroso, que a su vez causa tantas víctimas. Necesitamos revertir un paradigma. Pero esto sólo es posible si tenemos una nueva visión de la vejez.

La revolución demográfica acaecida desde mediados del siglo pasado ha sacado a la luz un nuevo continente, el de las personas mayores. No es que no hubiera otros mayores antes. Pero hoy es la primera vez en la historia que hemos experimentado una "vejez masiva": millones de personas mayores más. Un continente desconocido, habitado por gente para la que no existe ningún pensamiento, ni político, ni económico, ni social, ni espiritual. Es una época por inventar. En resumen, necesitamos una nueva visión de la vejez. La longevidad no es una simple adición temporal, cambia profundamente nuestra relación con toda la vida.

Ante este nuevo escenario, la Comisión consideró oportuno elaborar una Carta que esboce algunos de los principios rectores de la nueva perspectiva sobre el cuidado de las personas mayores. La Carta no habla sólo de los derechos de las personas mayores, sino que al mismo tiempo indica los deberes de la sociedad hacia ellas. De esta manera la vida de las personas mayores se conecta con la de la sociedad, mostrando el vínculo inevitable entre todos, incluso entre diferentes generaciones. La Carta rechaza concretamente las indicaciones contenidas en algunos documentos internacionales, como la Recomendación del Comité de Ministros CM/Rec (2014) 2 a los Estados miembros del Consejo de Europa sobre la promoción de los derechos humanos de las personas mayores adoptada el 19 de febrero de 2014 y la Carta europea de los derechos y responsabilidades de las personas mayores que necesitan asistencia y cuidados de larga duración, redactada en junio de 2010 en el marco del programa europeo DAPHNE III contra el abuso de las personas mayores por un grupo colaborativo de 10 países como parte del proyecto EUSTACEA.

Algunos podrían decir que hablar de derechos es una piadosa ilusión, la realidad es bien distinta. A menudo se considera que las personas mayores son un problema para el país (pensemos en el gasto en seguridad social, hospitales, productos farmacéuticos y otros). Lamentablemente, olvidamos que las personas mayores no sólo se han ganado con creces la seguridad social y las ayudas sociales necesarias, sino que a menudo son los protagonistas de la asistencia, por ejemplo hacia sus nietos o sus cónyuges de la misma edad. Y no olvidemos que representan una cuota de mercado bastante considerable y el trabajo asociado a ella, estimado por algunos en más de 200 mil millones por año.

La visión de las personas mayores que propone la Carta las presenta como un posible motor de desarrollo inclusivo y sostenible del país. En definitiva, las personas mayores pueden pasar de ser un problema a convertirse en una oportunidad para el crecimiento de nuestro modelo social y económico. Utilizando un término y un concepto queridos por la tradición judía, la intención más profunda de la carta es promover un verdadero proceso de Tiqqun Olam: reparar el mundo en torno a los más frágiles. No sólo reparar su dignidad y garantizar la protección de sus derechos, sino dar nueva vida a ese tejido social, humano, familiar y de amistad desgarrado por los fenómenos del individualismo, el empobrecimiento de la familia, el declive demográfico y el abandono de los territorios que ha marcó la Italia del siglo XX.

La Carta articula tres contextos de derechos y deberes en otros tantos capítulos: 1) el respeto a la dignidad de la persona mayor, 2) los principios y derechos de una asistencia responsable, 3) la protección de una vida de relaciones activas.